Reseña de Alta Cumbia, una película de negros.

En mi casa nadie escuchaba cumbia. 

Mis viejos nunca renegaron de ella, pero les iba más otro tipo de música. Así, durante mis años formativos la cumbia era una cosa medio ajena para mí, algo que conocía sólo a través de mis compañeros de clase. Muchos de ellos venían de los monoblocks, donde la cumbia sonaba alto y fuerte durante todo el día, siempre. Era el ritmo de las fiestas infantiles, de los cumpleaños de 15, de una tarde cualquiera jugando en la calle mientras los adultos de la casa tomaban mate o birra en la vereda, según la ocasión. La soportaba, pero no me encantaba tanto como a los otros pibes. De adolescente aclaraba que en materia musical me gustaba todo menos la cumbia. 


Mentira: nunca me gustó el folclore y la música electrónica me aburría. Pero claro, no sentía la necesidad de hacer mención a eso porque lo importante era decir que la cumbia NO. Nunca dije que era música de negros ni nada similar, primero porque mis viejos no me criaron para pensar así y segundo porque me hubieran dado un sopapo en la nuca si me hubieran escuchado hablar de forma tan despectiva. Sin embargo, ese rechazo estaba. Luego lo suavizaba: decía que me gustaba para bailar pero no para escuchar en mi casa. Estaba reservado para el ámbito de fiesta, donde se permiten muchas cosas que en lo cotidiano nos están vedadas.

Ya de grande me vino un amor intenso y descomunal por el conurbano, lugar donde nací y me crié. Ese amor me reconcilió con la cumbia y acá estamos, escuchando Pibes Chorros en casa. Chupate esa, adolescente snob del pasado. 

En Alta Cumbia hay un esfuerzo de años (literalmente, tardó un montón en estrenarse) por sacar a la cumbia villera del nicho en el que se encuentra y acercarla un poco a los demás. Jure, su director, quiso mostrar la durísima vida de los cantantes de cumbia, las drogas, la cárcel, las peleas, las giras, el impacto social en los momentos de crisis. Por un lado tenemos el documental que sigue a Ariel "El Traidor" Salinas de Pibes Chorros, "El Monito" de Yerba Brava, Traiko Pinuer de Meta Guacha, "El Pepo" de Los Gedes y tantos más, que no sólo cuenta sus desventuras sino que también indaga en la evolución del sonido, de los instrumentos. Esa parte es genial. Y por otro tenemos una "historia real" ficcionalizada muy libremente que sirve de marco al documental.


Martín Roisi alias "El Fanta" era, según sus propias palabras, uno de esos boludos que cree que nacer en una familia bien y en un barrio decente es mérito propio. El 2001 lo deja en la calle (en realidad su jefe lo hizo, metiéndole una patada en el orto y rajándolo de la productora donde trabajaba) y se muda a la villa, adonde sobrevive vendiendo CDs truchos de cumbia. Ahí lo encuentra su ex jefe (Diego "El Ráfaga en Kryptonita" Cremonesi) y lo convence de producir un capítulo para una serie española que se centra en la música que surge de la pobreza. Durante toda la película hay un tira y afloje entre los dos, ya que uno pretende hacer un producto artificial y el otro quiere cambiar la percepción de la gente sobre la cumbia. Finalmente Martín se sale con la suya y aporta otra visión sobre el tema, una que indaga en el origen de este subgénero de la cumbia, tan despreciado por otros sectores. Uno de los entrevistados apunta que la fiesta empieza siempre con la cumbia pero que a los argentinos no nos gusta decir que nos cabe porque somos caretas. Y es así: a muchos les chupa un huevo que los pibes y pibas de la villa fumen paco y se prostituyan por dos mangos, pero ¡por favor! que no se les ocurra cantar sobre eso porque les ofenden los oídos. Sólo quieren boludeces bailables.


Razón no le falta. ¿Cuál es la diferencia entre la letra de In The Ghetto de Elvis Presley y la de Discriminado, de Yerba Brava? ¿No hablan de lo mismo? ¿Y entre Ya no sos igual de 2 minutos y Sos botón de Flor de Piedra? El tango y el punk también fueron fuertemente rechazados en su momento por ser música de gente turbia, de raros, delicuentes, outsiders, gente que la sociedad hubiera preferido dejar afuera. Y así años más tarde el sistema se los come, los digiere y saca su propia versión, limpia y aséptica, comercial. Así nos quisieron convencer después que Avril Lavigne era la princesa del punk, como ahora nos quieren vender que Marama y Rombai son cumbia. 'jate joder.


Volviendo a la película la parte ficcional es re meh, parece que la hubieran incluido en el corte final a las apuradas. No aporta mucho al proyecto y la mayoría de las actuaciones deja bastante que desear. ¿Por qué no hicieron un documental directamente? No sé. Hay algunas cosas zafables por el tono bizarro y delirante que deliberadamente le imprimen, pero insisto en que una versión puramente documental hubiera sido mejor.

El prejuicio contra la cumbia todavía es muy grande: que son todos negros, todos chorros, drogadictos, que es una música de mierda, que no tiene valor. Alta Cumbia no tiene grandes pretensiones, sólo busca que el espectador salga del cine con algunos preconceptos menos de los que tenía cuando entró. Que sepa que en la villa también hay gente buena y honesta, y que hasta los más delincuentes tienen códigos de barrio. Que los pibes se pueden rescatar si tienen un entorno que los salve. Que es fácil mirar para otro lado cuando ves a los nenes en la calle, estigmatizarlos de grandes sin darle ni una chance en la vida. Que no es todo joda y minas en culo, como se cuenta en  Triste Navidad y Alma Blanca.  Que no hay que ser careta.


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