Reseña de Guía para el fracaso

Hablemos de historietas. No, seamos más específicos. De historietas argentinas. No, más aún. De historietas argentinas publicadas recientementes.

Hablemos de Guía para el fracaso.


El prólogo de Guía para el fracaso habla sobre la reticencia de su autor (Juampa Camarda) a mirar Seinfeld porque era un fanboy de Friends, y es medio como confesar que miraste Star Wars después de ser un fanático fundamentalista de Star Trek toda tu vida. En mi experiencia personal fue al revés: conocí gente que vio primero Seinfeld y luego se negó a ver Friends porque la consideraban tonta, superficial o genérica (sí, eran unos pretenciosos). En fin, ¿por qué hago tanto hincapié en esta serie? Porque precisamente esta historia tiene un gustito a Senfield ubicada en la década del '10. ¿Qué nuevos problemas hubiesen tenido sus protagonistas de haber conocido los celulares e internet?

Ok, algunas ventajas tiene.
Tres "chicos" (y lo pongo entre comillas porque ya están en los treinta), Rolo, Matute y Tito viven oscilando entre pequeños triunfos y grandes desgracias que, en realidad, no son tan terribles como ellos quieren creer. Así como Jerry y sus amigos, los muchachos son quejumbrosos y algo mezquinos. Matute, por ejemplo, lamenta haberse levantado a una chica que es más linda en la vida real que en Facebook, cosa que le impide presumirla por las redes sociales, mientras que Martina (novia/ex novia/compañera de videjuegos sin compromiso de Tito) eligiría sin dudarlo hacerse las tetas gratis antes que eliminar el hambre del mundo.


Por otro lado, Tito, que a pesar de ser gordito y un poco rompebolas levanta bastante (un George Constanza cualquiera, vamos) prefiere ir a clavarse unos panchos con papitas antes de coger por segunda vez con la piba que le pidió una selfie. Nota: en lo visual, Tito también termina siendo el más...vamos a decir aniñado para no decirle infantil, que suena bardero. Rolo es pelado, Matute es grandote y Martina tiene tetas, pero Tito no tiene nada que lo caracterice como adulto, ni una cana, un poquito de barba. Seguro es de esos pibes que en la treintena todavía pueden pasar por estudiantes de secundaria.

Entonces, algo queda en claro: los 30 son los nuevos 20* y todavía no nos terminamos de adaptar a eso. Los protagonistas de Guía para el fracaso somos, en el fondo, todos los que nacimos de padres que a esa edad ya estaban casados y con tres pibes, pese a lo cual (o debido a precisamente a eso) decidimos no tener ningún compromiso serio, y menos que menos si dicho compromiso nos hace elegir entre una piba linda y un asado, porque siempre, siempre...va a ganar el asado.

Yo comí tofu y es una gran mentira eso, aguante el seitán.
*Eso es algo que frecuentemente me digo a mí misma para justificar el hecho de que a esta edad mi vida todavía tiene un rumbo incierto y no entrar en pánico ante la cercanía cada vez más certera de la muerte y el fracaso. You know, the usual stuff.




Comentarios